Hay una gran diferencia entre que otros hablen por ti y hablar por ti mismo. Durante muchos años, a las personas sordas no se les permitió hablar por sí mismas. Cuando hablamos del Mes de la Historia de las Personas Sordas, no solo miramos fechas y nombres. Celebramos una lucha dura por la identidad y la libertad. Esta es la historia de cómo una comunidad pasó de estar controlada silenciosamente por otros a tomar el control de sus propias vidas. Exploraremos cómo este movimiento, a menudo olvidado en los libros de historia, es una parte importante de la historia de los derechos civiles en Estados Unidos. La historia de la comunidad sorda no es una de silencio, sino de una voz que encuentra su fuerza y exige ser escuchada a su manera y en su propio idioma.
Cuando Otros Tomaban Todas las Decisiones

Por más de 100 años, las personas oyentes escribieron la historia de la comunidad sorda. Tomaban decisiones para las personas sordas, no con ellas. Este enfoque controlador, aunque a menudo con intención de ayudar, fue en realidad una forma de opresión. La situación empeoró mucho después de 1880, cuando educadores oyentes de todo el mundo se reunieron en Milán, Italia. En esa reunión, básicamente declararon la guerra a las lenguas de señas. El encuentro promovió un método llamado oralismo —enseñar a niños sordos a hablar y leer los labios— e intentaron prohibir el uso de la lengua de señas en las escuelas por todas partes.
Los resultados fueron terribles y duraderos. Las personas oyentes fueron puestas a cargo de las escuelas para estudiantes sordos y de las principales organizaciones sordas. Esto hizo parecer que las personas sordas no podían liderar su propia comunidad. Ser sordo se consideraba un problema médico que debía ser arreglado u ocultado, en lugar de una identidad cultural con su propia lengua e historia rica. Esta manera controladora de pensar se basaba en creencias dañinas:
- Creencia: Ser sordo es un problema médico que hay que resolver.
- Objetivo: Hacer que las personas sordas encajen en el mundo oyente, a menudo destruyendo la cultura e identidad sorda.
- Método: Prohibir las lenguas de señas y forzar la educación oral exclusiva, que a menudo fracasaba y dejaba a los estudiantes sin habilidades lingüísticas adecuadas.
- Liderazgo: Solo se consideraba capaces de liderar a los "expertos" y administradores oyentes.
Este largo periodo de control creó una profunda ira. La comunidad sorda no era incapaz de liderar; simplemente no se le permitía ser escuchada. Se preparó el escenario no para un simple desacuerdo, sino para una revolución.
Un Momento que Cambió Todo
En marzo de 1988, el mundo finalmente escuchó. El desencadenante fue un acto profundamente irrespetuoso en el único lugar que las personas sordas consideraban suyo: la Universidad Gallaudet en Washington, D.C., la única universidad del mundo para estudiantes sordos y con discapacidad auditiva. Durante 124 años, la universidad solo había sido dirigida por presidentes oyentes. Cuando llegó el momento de elegir al séptimo presidente, la comunidad tenía esperanza. Dos de los tres candidatos finales eran personas sordas altamente calificadas. Sin embargo, el 6 de marzo de 1988, la Junta de Directores anunció que había elegido a la única candidata oyente, Elisabeth Zinser.
El campus estalló en protesta. No fue un motín; fue una protesta de derechos civiles bien organizada y dirigida por estudiantes que cerró la universidad. El movimiento, llamado Deaf President Now (DPN), fue un ejemplo perfecto de activismo inteligente. Estudiantes, apoyados por graduados, profesores y personal, tomaron el control del campus, bloquearon las entradas y organizaron grandes manifestaciones que marcharon hasta el Capitolio de los EE. UU. No solo estaban enojados; estaban organizados, claros en su mensaje y decididos. Le dieron a la Junta cuatro demandas claras que cambiarían completamente quién tenía el poder en la escuela y en la comunidad.
Las Cuatro Demandas de DPN fueron:
- La presidenta electa oyente, Elisabeth Zinser, debe renunciar y se debe elegir a un presidente sordo.
- Jane Spilman, la presidenta de la Junta de Directores que supuestamente dijo: "Las personas sordas no están listas para funcionar en un mundo oyente," debe renunciar.
- La Junta de Directores debe cambiarse para que el 51% de sus miembros sean sordos.
- Ningún estudiante ni miembro del personal que participó en la protesta debe ser castigado.

La protesta llamó la atención nacional. Durante una semana, la lucha de la comunidad sorda fue noticia en primera plana. Los estudiantes no fueron vistos como personas con discapacidad que necesitaban ayuda; fueron vistos como ciudadanos empoderados que exigían sus derechos. La presión fue enorme. Zinser renunció, Spilman dimitió y el 13 de marzo la Junta de Directores cedió y cumplió todas las demandas. Eligieron al Dr. I. King Jordan como el primer presidente sordo en la historia de Gallaudet. En su discurso de victoria, el Dr. Jordan pronunció la frase que se volvería el lema famoso del movimiento: "Las personas sordas pueden hacer cualquier cosa que una persona oyente pueda, excepto escuchar."
Cómo la Protesta Cambió Todo
La victoria de Deaf President Now no fue solo un evento; inició una reacción en cadena que redefinió una comunidad y ayudó a transformar una nación. Su impacto fue enorme, demostrando que la lucha por la autodeterminación puede crear un cambio real y duradero. Este es el análisis importante que a menudo falta en los relatos estándar de la historia sorda: DPN fue un gran catalizador para el movimiento más amplio por los derechos de las personas con discapacidad a finales del siglo XX.
El éxito más inmediato fue la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA), firmada en 1990, solo dos años después de la protesta. La atención nacional y la energía política generadas por DPN fueron cruciales para su aprobación. Los legisladores vieron una demostración poderosa de una comunidad que exigía acceso e igualdad. El espíritu de DPN está incorporado en la ADA, especialmente en las partes que revolucionaron la vida diaria. Se exigieron intérpretes calificados en entornos importantes y se estableció un servicio nacional de retransmisión de telecomunicaciones (TRS), eliminando barreras de comunicación que durante mucho tiempo habían aislado a la comunidad sorda.
Más allá de las leyes, DPN inició un despertar cultural. Solidificó un enorme cambio en cómo la comunidad se veía a sí misma. Las personas empezaron a rechazar ampliamente el término médico "con pérdida auditiva" en favor del culturalmente positivo "Sordo," con "S" mayúscula para mostrar la pertenencia a un grupo lingüístico y cultural, no un diagnóstico médico. Este nuevo orgullo llevó a un florecimiento en el arte, el teatro, la literatura y los medios centrados en la comunidad sorda. La Lengua de Señas Americana (ASL), antes prohibida, fue celebrada con nueva energía como una lengua completa y hermosa.
El impacto fue mundial. DPN se convirtió en un modelo poderoso para defensores de los derechos de las personas con discapacidad y comunidades sordas en todo el mundo. Mostró una forma exitosa de protestar pacífica y estratégicamente, inspirando movimientos similares por la autodeterminación y los derechos lingüísticos desde Japón hasta el Reino Unido. Una semana en marzo de 1988 hizo más que elegir un presidente universitario; empoderó a una comunidad global.
La Lucha Continúa Hoy
La lucha por la autodeterminación que inició DPN está lejos de terminar. A medida que avanzamos hacia 2026, los escenarios de lucha han cambiado, pero el principio fundamental sigue igual. La lucha moderna es contra el audismo: la discriminación y prejuicio sistemáticos contra las personas sordas o con discapacidad auditiva. Es como el racismo o el sexismo, una creencia muchas veces inconsciente de que poder oír hace a alguien mejor. Este prejuicio aparece en varias áreas clave de los derechos civiles modernos de la comunidad sorda.
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Derechos lingüísticos: El debate sobre la ayuda temprana para niños sordos sigue siendo un tema crítico de derechos civiles. El argumento "implantes cocleares vs. ASL" es una falsa dicotomía. Para los defensores sordos, no se trata de una elección médica, sino de asegurar que los niños tengan acceso al lenguaje desde el nacimiento. Negar a un niño sordo la exposición a ASL mientras se espera que un implante coclear funcione puede causar privación del lenguaje, una crisis de desarrollo prevenible. La comunidad apoya un enfoque bilingüe "ambos/ y," dando a los niños acceso tanto a lenguas signadas como habladas para garantizar una base lingüística completa.
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Representación real: El movimiento #DeafTalent continúa luchando por un reparto auténtico y retratos realistas en los medios. Durante demasiado tiempo, actores oyentes interpretaron a personas sordas, y las historias estuvieron llenas de estereotipos de lástima o inspiración. La demanda es que actores, escritores y directores sordos cuenten sus propias historias, superando personajes simples para reflejar la realidad completa y compleja de la experiencia sorda.
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Acceso digital: La pandemia mostró la gran brecha digital. La lucha por la accesibilidad ahora se extiende a todos los rincones de internet. Esto significa no solo exigir subtítulos de alta calidad y precisión en todas las plataformas de video y redes sociales como función estándar, sino también abogar por la inclusión fácil de intérpretes de lengua de señas en videoconferencias, eventos en línea y transmisiones de emergencia. El acceso real no es algo secundario; debe integrarse en nuestro mundo cada vez más digital.
Una Celebración de la Autonomía
El Mes de la Historia de las Personas Sordas es un llamado a reconocer una historia importante de los derechos civiles en Estados Unidos. Traza el camino desde el control asfixiante del paternalismo hasta la poderosa y unida voz del movimiento Deaf President Now y sus efectos duraderos en nuestras leyes y cultura. Esta historia nos enseña una verdad universal: el progreso no se concede; se exige. El mensaje principal es claro e importante: la Historia de las Personas Sordas es Historia de los Derechos Civiles Americanos. Al conmemorar este mes, hagámoslo no como un recuerdo pasivo del pasado, sino como un compromiso activo con el camino continuo hacia la igualdad plena, los derechos lingüísticos y la autodeterminación inquebrantable de la comunidad sorda.